La infertilidad
masculina puede ser consecuencia de trastornos congénitos (alteraciones del cromosoma
Y, síndrome de Klinefelter, criptorquidia etc.) o adquirida (traumatismo, torsión, cáncer, las drogas citotóxicas,
alcohol, radiación, toxinas ambientales, entre otros). Sin embargo, la mayoría
de los hombres infértiles están sanos y sin síntomas de otras enfermedades.
Desafortunadamente,
aproximadamente en el 50% de los hombres infértiles no puede encontrarse la
causa de la infertilidad y esta
situación ha sido definida como inexplicable (sin causa aparente) o infertilidad idiopática. En este grupo
de hombres, suele producirse una disminución de la concentración de
esperma, de la motilidad y un aumento de
las anomalías morfológicas. La infertilidad
idiopática se ha relacionado con cambios en el proceso de maduración de los espermatozoides en el epididimo y, en
particular, la presencia de las especies reactivas del oxígeno (ROS) o
radicales libres. Estos ROS son producidos fisiológicamente pero en exceso son
perjudiciales.
¿Por qué se producen en exceso? Los espermatozoides surgen de la división meiótica de las células
precursoras, espermatogonias, en los testículos. Estas células, se parecen
bastante a otras células del cuerpo humano en el sentido de que tienen una
cantidad de citoplasma apreciable. El espermatozoide en cambio es una célula
altamente especializada. Podría definirse como un juego completo de ADN dotado
de un sistema propulsor, la cola. El espermatozoide practicamente no tiene
citoplasma.
Probablemente, en los casos de infertilidad
idiopática se produce una retención excesiva de citoplasma residual durante la
formación de los espermatozoides en los
testículos. La mayor disponibilidad de algunas enzimas citoplasmáticas favorecen la generación de radicales libres. El exceso de
radicales libres consigue dañar las estructuras celulares del espermatozoide y
producen la esterilidad.
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