La anemia es un hallazgo frecuente durante el embarazo y generalmente representa una patología importante a tratar durante el control que debe realizar la mujer embarazada , así como como aquella mujer que pretenda estarlo en corto o mediano plazo. Es la complicación hematológica más frecuente en el embarazo.
En primer término, debemos responder a la pregunta : ¿qué es la anemia? se trata de la disminución por debajo de los límites normales de la hemoglobina, proteína encargada del transporte del oxígeno en la sangre. Los valores esperados de hemoglobina no son para todos iguales, dependen en primer término del sexo y en segundo lugar de otras circunstancias entre las cuales se encuentra el embarazo. Los valores de hemoglobina normales para la mujer fuera del embarazo se encuentran por encima de 12 g/dl., pero durante el embarazo, debido al aumento del volumen plasmático de la sangre, existe lo que llamamos hemodilución, lo cual lleva a que los valores aceptados como normales sean menores en estas circunstancias; se toman como valores límite los 11 g/dl de hemoglobina durante el primer trimestre de embarazo y 10,5 g/dl durante el tercer trimestre del mismo y esto constituye la mal llamada “anemia fisiológica del embarazo” la cual no representa un estado patológico sino una modificación fisiológica del organismo en su adaptación a la situación de embarazo.
¿COMO LA DIAGNOSTICAMOS? Sin lugar a dudas en este punto son de gran importancia, además de los exámenes de rutina que se realizan durante el embarazo, un completo interrogatorio y examen físico de la mujer embarazada. Entre otras cosas la anemia puede expresarse a través de signos como la palidez de la piel y las mucosas y síntomas como: cansancio, fatigabilidad muscular excesiva, dificultad para respirar ante los esfuerzos (disnea de esfuerzo), palpitaciones de esfuerzo, mareos, edemas en los miembros inferiores (entre otros factores que pueden contribuir con los mismos).
¿QUE REPERCUSIONES PUEDE TENER SOBRE LA MADRE Y SOBRE EL FETO? ¿POR QUE ES IMPORTANTE SU DETECCION PRECOZ?, La anemia afecta a la mujer durante su período reproductivo disminuyendo su capacidad reproductiva así como aumentando la incidencia de abortos. Por otra parte, la anemia tiene repercusiones importantes sobre el embarazo y sobre el feto, cuyo normal crecimiento y desarrollo dependen del aporte de oxígeno y nutrientes por parte de su madre . En el caso de la insuficiencia de aporte de oxígeno por Anemia materna, el feto enlentece su crecimiento intrauterino (Retardo del Crecimiento Fetal Intrauterino, Bajo peso al nacer, etc) , predispone al Sufrimiento Fetal Intraparto y hasta puede ocasionar la muerte fetal intrauterina. La anemia también predispone a otras complicaciones obstétricas tales como parto de pretérmino , infecciones urinarias, infecciones puerperales y muertes perinatales.
¿CUALES SON LAS CAUSAS DE LA ANEMIA? La mujer embarazada puede presentar patologías propias del embarazo o patologías generales que son evidenciadas o descompensadas por el embarazo. Es en este sentido que ante el hallazgo de una anemia debemos abrir el abanico de causas posibles y realizar una investigación clínica exhaustiva que nos permita orientar nuestro diagnóstico etiológico y definir qué exámenes paraclínicos será necesario solicitar.
En primer término debemos considerar, que la causa más frecuente de anemia en el embarazo es la carencial y esto se debe a múltiples factores que debemos tener en cuenta:
i. durante el embarazo hay un aumento de los requerimientos de metabolitos esenciales para la síntesis de hemoglobina dado el aumento de la demanda de oxígeno por parte de los tejidos.
ii. Falta de aporte de estos metabolitos en la dieta diaria por desnutrición previa o falta de enriquecimiento de estos elementos en la dieta ( por medio socioeconómico deficitario, dietas vegetarianas estrictas, dietas mal balanceadas, etc).
iii. Período intergenésico corto (período entre dos embarazos menor a dos años)
iv. Embarazos múltiples. v. Infecciones frecuentes.
vi. Embarazo en adolescentes.
vii. Pérdidas sanguíneas evidentes o no, de origen genital o no.
Por supuesto que existen otras múltiples causas de anemia que como ya dijimos, pueden presentarse durante el embarazo o existir previamente y ser descompensada por el mismo. Por ejemplo podríamos nombrar las anemias congénitas, que se producen por diferentes errores en la elaboración de la hemoglobina o del glóbulo rojo (anemia falciforme, talasemia, etc) o adquiridas como las anemias secundarias a la presencia de enfermedades crónicas infecciosas o no (tuberculosis, diarreas crónicas, insuficiencia renal, neoplasias, enfermedades autoinmunes como el lupus, etc), ingesta de drogas como la difenilhidantoína, algunos antibióticos, citostáticos, etc. De todo lo dicho surge la gran importancia del Control precoz y periódico del embarazo con su ginecoobstetra.
¿PODEMOS PREVENIR LA ANEMIA? Para prevenir esta situación hay muchas cosas que podemos hacer, pensando en tener una actitud mucho más activa y responsable sobre nuestra maternidad. Es así que el primer punto que debemos recordad es la importancia de la planificación familiar, es decir que de ser posible, debemos preparar previamente nuestro cuerpo para el embarazo, realizando los controles de rutina, tratando de balacear nuestra dieta, aumentando el aporte de ácido fólico para prevenir los defectos de cierre del tubo neural, etc. Los períodos intergenésicos (entre embarazos) menores de 2 años, también predisponen a la aparición de anemia dado que entre el embarazo y el período de lactancia, el cuerpo de la mujer aún no se ha recuperado totalmente y las reservas todavía no están completas. En segundo lugar, durante el embarazo, por supuesto que dependiendo de la causa de la anemia y el consejo de su médico tratante, algo que podemos y debemos hacer es controlar que nuestra dieta sea balanceada, ingiriendo los nutrientes necesarios y en las cantidades apropiadas. Esos nutrientes esenciales se encuentran en las frutas, verduras, carnes, huevos y productos lácteos. Es fundamental tener un aporte suficiente de hierro y ácido fólico en la dieta, aunque muchas veces estos elementos se deban aportar en forma de suplementos para evitar las carencias o tratar las ya existentes. El déficit nutricional es la causa principal del déficit de ácido fólico, debido a la baja ingesta de verduras verdes, el consumo de grandes cantidades de proteínas animales y/o el hecho de cocinar con mucha agua que destruye aproximadamente el 80 por ciento del ácido fólico. Los factores de riesgo para una mala alimentación son el bajo nivel socioeconómico, la alta ingesta de alcohol, las alteraciones alimentarias, las alteraciones intestinales, etc. El déficit de ácido fólico se asocia con defectos en el cierre del tubo neural, desprendimiento de placenta, hipertensión gestacional, bajo peso y parto prematuro. Con respecto a la anemia por déficit de hierro, ésta puede deberse a carencia en el aporte o pérdidas sanguíneas evidentes o no, además del aumento de los requerimientos como dijimos previamente y las alteraciones en la absorción o la metabolización del hierro por diferentes patologías.
¿COMO PODEMOS TRATARLA? El American College of Obstetricians and Gynecologists recomienda la administración en forma preventiva de 30 mg de hierro elemental por día desde el segundo trimestre y continuar hasta la lactancia inclusive. La dosis de tratamiento es de 100-200 mg/día. Cuando el tratamiento es efectivo, los niveles de hemoglobina aumentan dentro de las tres semanas de tratamiento. Los niveles de hemoglobina deben repetirse a las dos a cuatro semanas de comenzado el tratamiento. Si la paciente no responde, se deben evaluar otros factores como el incumplimiento del tratamiento, enfermedades crónicas y otras causas de anemia microcítica (con glóbulos rojos pequeños, cuya causa más frecuente es la ferropenia o carencia de hierro). Los suplementos de hierro pueden ser mal tolerados por la mujer embarazada y de hecho, síntomas como las náuseas, la constipación, dolor en epigastrio (parte superior y media del abdomen), oscurecimiento de las heces y la diarrea, pueden ser la causa del abandono del tratamiento. La administración parenteral (intramuscular o intravenosa) está indicada sólo en pacientes con síndrome de malabsorción o con una anemia muy severa y en mujeres con intolerancia al hierro oral. Lo ideal es ingerir el hierro en ayunas porque de ese modo la absorción es óptima, pero si esto produce muchos efectos adversos, puede tomarse con las comidas o antes de acostarse. La ingesta junto con preparados vitamínicos con calcio y zinc disminuyen la absorción por lo que no deben tomarse juntas. El agregado de comidas con vitamina C y ácido cítrico, como el jugo de naranja, aumenta la absorción del hierro por lo que puede recomendarse. Habitualmente se asocia al aporte de hierro, el aporte de ácido fólico por vía oral de ser posible, como dijimos previamente, desde los meses previos a un embarazo planificado, para evitar además de la anemia, los defectos de cierre del tubo neural.
Esto es sólo una introducción a un tema sumamente extenso, pero para que puedan valorar la importancia del mismo, les contamos que la prevalencia de la anemia en el embarazo en países en vías de desarrollo es muy alta, entre un 37-52% para América Latina. No sólo es frecuente, sino que también es severa en aproximadamente un 20% de los casos. Factores de riesgo como la pobreza, la falta de sanidad e higiene, la alta prevalencia de infecciones, el gran número de embarazos con intervalos intergenésicos menores de 2 años, los embarazos en adolescentes, hacen que el cuidado prenatal con el mejoramiento de la atención primaria sean objetivos fundamentales para el logro de mejores resultados obstétricos.
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