El embarazo en
las mujeres de 35 años o más ha sido
cada vez más frecuente en la práctica obstétrica, debido a factores sociales,
educativos, económicos y culturales. En este contexto, el aumento del nivel
educativo es un estímulo para posponer el primer embarazo. Hay una tendencia, entre las mujeres con niveles educativos más altos a tener las primeras relaciones
sexuales con la protección adecuada, a posponer el matrimonio, a un mayor uso
de métodos anticonceptivos y a la valorización de las familias más pequeñas.
Además, las mujeres
que usan métodos anticonceptivos modernos de una manera más sistemática tienden
a posponer el nacimiento del primer hijo.
Los recientes avances de las tecnologías reproductivas han aumentado
el número de embarazos en mujeres que de otra manera experimentarían
dificultades para quedar embarazadas. Sin embargo, optar por la última etapa de
la vida reproductiva para conseguir un embarazo
puede causar problemas tanto para la madre y el niño.
Las mujeres
mayores de 35 años de edad que quedan gestantes presentan una mayor frecuencia
de bebes con pesos extremos al nacimiento
(muy bajos o muy altos), prematuros y un índice de Apgar por debajo de las
siete entre el primer y quinto minuto de vida, además de una mayor incidencia
de muerte fetal. Las mujeres mayores
de 40 años de edad tendrían un riesgo 2,2 veces mayor de mortalidad perinatal en
comparación con las mujeres menores
de 35 años de edad
El deterioro de la función del miometrio (músculo del útero)
causado por el envejecimiento es otro factor que puede producir algunos
trastornos durante el parto, que
contribuyen a un aumento del número de cesáreas.
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