En la donación de gametos o en la gestación subrogada entre familiares, existen casos en los que a pesar de no existir consanguineidad (los gametos no están relacionados genéticamente), puede dar la impresión de que existe un primer grado consanguineidad y de posible incesto, y por lo tanto ser considerados como inaceptables. Por ejemplo estos 3:
- una hija adulta dona ovocitos a su madre y el esperma de la nueva pareja de la madre será utilizado para concebir el hijo.
- una mujer tiene la intención de gestar el embrión de su hermano y su esposa, lo que significa que ella gestará al hijo de su hermano, pero sin necesidad de utilizar sus propios ovocitos.
- una mujer lesbiana quiere tener un hijo mediante la trasnferencis de un embrión producido por fecundación in vitro a partir de esperma de su hermano y los ovocitos de su pareja.
La cuestión es si estas preocupaciones son válidas. En un vistazo más de cerca, en realidad sólo existe una apariencia de consanguinidad en todos los casos, ya que no gametos de personas genéticamente relacionadas que se utilicen. Esto significa que desde el punto de vista de la prohibición de consanguinidad, estos casos no son problemáticos. Pero ¿qué pasa con el incesto? No hay relaciones sexuales entre parientes cercanos, luego tampoco cabría la prohibición.
En el primer caso, está claro la objección estaría en que existe reproducción en una relación padre-hijo (no biológico) lo que está en contradicción con la naturaleza y la función de tales relaciones. Pero, en realidad, esto no es lo que sucede aquí. La hija mayor de edad no tiene ninguna relación padre-hijo con la nueva pareja de su madre. Con respecto a los otros dos casos, incluso si no hay coito y sin que se mezclen los gametos, lo que les hace parecerse a un incesto es que se conjugan el esperma de un hermano y el útero de una hermana. Una vez más, la pregunta es por qué esto es moralmente problemático.
Un argumento concebible es que, aunque estos casos no son problemáticos en sí mismos, pueden provocar reacciones negativas de otros familiares y la sociedad, que pueden tener consecuencias adversas para el bienestar del niño. El argumento está en desacuerdo con la amplia aceptación de, por ejemplo, la reproducción asistida en parejas de lesbianas. Después de todo, los niños criados por parejas del mismo sexo pueden sufrir reacciones negativas por parte de la sociedad como en su día las sufrieron los de padres divorciados, pero los primeros al menos cuentan con una pareja de padres o madres estable.
Por tanto, las donaciones consanguíneas de primer o segundo grado (esperma y ovocito del mismo origen genético) estarían en contradicción con el espíritu de las leyes y reglamentos que prohíben el incesto y la consanguinidad y por lo tanto, deben ser rechazadas. Sin embargo, estos casos son muy poco probables en la práctica. Casos con cierta apariencia de consanguineidad de primer o segundo grado, pueden plantear problemas morales sobre el incesto. Sin embargo, estos argumentos no parecen sólidos como para considerar su prohibición.