Desde el punto de vista ético, la llamada reproducción asistida intrafamiliar (donación de esperma, óvulos y gestación subrogada fundamentalmente) debe considerar diferentes aspectos éticos nunca antes planteados.
El respeto a la autonomía reproductiva incluye, en principio, la opción con la que reproducirse. Las personas pueden tener diferentes razones para pedir o aceptar la colaboración de un familiar en la reproducción. Una posible razón es que les permite mantener un vínculo genético con la pareja infértil. La cercanía genética es un motivo generalmente aceptado para invertir tiempo y recursos en el tratamiento. Otra posible razón es la ventaja de saber de dónde provienen de los gametos. Los receptores deben ser capaces de confiar en el donante. En tercer lugar, en algunos casos, la fácil disponibilidad de los familiares para la colaboración en la reproducción puede jugar un papel importante. Después de todo, esto puede reducir el tiempo de espera frente a los largos protocolos de las clínicas. Y, por último, en un entorno comercial, la donación intrafamiliar puede reducir los costos ya que no se efectua ningún pago por los gametos o el útero.
El respeto a la autonomía de los colaboradores es importante. Los colaboradores pueden tener varios motivos. El principal motivo parece ser el altruismo: el deseo de ayudar a que los parientes infértiles tengan un hijo, contribuyendo así al bienestar de estos familiares. La obtención de progenie adicional de los donantes o sustitutos a veces se menciona como otro motivo.
Una pregunta es hasta qué punto es necesario el consentimiento de la pareja de o de la donante. El acto de ayudar (a la donación o subrogación) puede afectar considerablemente la vida de esta pareja. La situación se vuelve aún más complejo si se reconoce que pueden surgir preguntas similares con respecto a la función y la autonomía de los padres y los niños del colaborador.
Las objeciones a la donación intrafamiliar incluyen posibles presiones psicosociales sobre la donadora o madre sustituta, lo que socava su autonomía, y las posibles confusiones de rol con consecuencias adversas para las personas involucradas, incluyendo al niño en el futuro. Puede ser difícil de equilibrar estas objeciones con el peso que debe darse a la autonomía reproductiva de la demandante.
La proximidad del donante o colaborador aumenta las posibilidades de conflicto intrafamiliar. Los padres pueden, por ejemplo, sentirse amenazados en su papel de padres, sobre todo en caso de confusión de roles en la relación. Si los colaboradores participan en parte porque quieren tener más niños, esto puede llevar a un riesgo considerable. Además, los conflictos pueden surgir fácilmente si las personas involucradas tienen diferentes puntos de vista con respecto a cuándo y cómo informar al niño sobre su origen. Por otra parte, en el caso de consanguinidad, el mayor riesgo genético puede crear tensiones, más en particular, si un niño nace con discapacidad.
Además, los colaboradores pueden ser sometidos a una presión más o menos sutil por parte del entorno familiar para colaborar, incluso hasta el punto de la coerción. Claramente, esto puede provocar conflictos graves, sentimientos de culpa- estrés y trastornos emocionales de larga duración - con efectos adversos. El riesgo de influencias indebidas se considera generalmente mayor en las donaciones de primer grado y cuando la colaboración es intergeneracional en lugar de intrageneracional.