La evidencia clínica indica que los hombres y las mujeres duermen diferente. Las mujeres pasan más tiempo en la cama y duermen más, pero informan de una peor calidad de sueño que los hombres. La percepción de una calidad del sueño peor en las mujeres no se refleja en los estudios de las diferentes fases del sueño.
La percepción de peor calidad del sueño en ausencia de alteraciones del sueño en las mujeres puede, en parte, estar relacionado con el estado de ánimo tales como la ansiedad, los síntomas depresivos y los trastornos afectivos, que son más comunes en las mujeres y pueden contribuir a una mayor incidencia de insomnio. Las mujeres tienen un 40% más de riesgo de desarrollar insomnio, y este riesgo crece con la edad. Esta diferencia entre los sexos en el insomnio surge después de la pubertad, lo que sugiere que los cambios hormonales de la pubertad pueden estar involucrados. Es interesante señalar que la tasa de depresión también se diferencia después de la pubertad, convirtiéndose en dos veces más común en las niñas que en los varones.
Del mismo modo, las mujeres van a la cama antes que a los hombres desde la infancia hasta la menopausia. Tras la menopausia, las diferencias de sexo desaparecen. Las mujeres tienen un ritmo circadiano adelantado con respecto al de los hombres. Tanto el ciclo de temperatura y como el de la melatonina se encuentran en fase avanzada, en parte como consecuencia de un período circadiano significativamente menor.
Existe una evidencia de que los cambios ováricos a lo largo del ciclo menstrual afectan al sueño y al ritmo circadiano en la mujer. Tras la ovulación, cuando la progesterona aumenta en la sangre, la fase REM (fase en la que soñamos) se hace más corta.
Cuando va a llegar la menopausia, se produce un aumento de la hormona estimulante del folículo (FSH) y una disminución de los estrógenos. Estos eventos hormonales están asociados con una calidad del sueño pobre. Las quejas sobre la calidad del sueño son uno de los síntomas más comunes de la transición a la menopausia, afectando a un 33-51% de las mujeres, y hay un marcado aumento en la prevalencia de insomnio
Las mujeres posmenopáusicas tienen un inicio de la producción de melatonina avanzada en comparación con las mujeres premenopáusicas, lo que quiere decir que tienen sueño antes y suelen despertarse más temprano.
Varios estudios han demostrado que la terapia con estrógenos solos o combinados con un progestágeno se asocia con la mejora de la calidad subjetiva del sueño en mujeres perimenopáusicas y postmenopáusicas. La mejora el sueño puede deberse en parte a la disminución asociada en los síntomas vasomotores (sofocos), aunque incluso las mujeres sin síntomas vasomotores reportan mejorías en el sueño.
La terapia hormonal mejora la calidad de vida mediante el tratamiento de los síntomas menopáusicos, pero su ventaja se compensa con un mayor riesgo a largo plazo del cáncer y las enfermedades coronarias, por lo que se recomienda seguirla un tiempo limitado. Recientemente, los investigadores han comenzado a estudiar los beneficios de los tratamientos no hormonales de la menopausia en el insomnio. El tratamiento con un hipnótico ha demostrado mejorar el sueño, reducir los sofocos, y mejorar el estado de ánimo en mujeres con síntomas vasomotores.