El éxito de la implantación y el mantenimiento del embrión implantado dependen de la calidad del embrión, de la calidad del lugar de implantación y de la interacción de ambos. La buena calidad morfológica de los embriones es el factor más importante para determinar la probabilidad de implantación. Sin embargo, tras la implantación, la probabilidad de pérdida del embarazo, depende más de factores maternos, en primer lugar, la edad de la madre.
Existe una fuerte correlación entre aumento de la edad materna y el riesgo de pérdida del embarazo, pero no tanto por un mal ambiente uterino sino por el porcentaje creciente de malformaciones cromosómicas del ovocito y después del embrión.
Un embrión puede ser de muy buena calidad morfológica pero presentar sin embargo aberraciones en sus cromosomas: sólo el 36% de los embriones morfológicamente buenos son cromosómicamente normales. Un embrión que es de buena calidad morfológica puede tener un alto potencial de desarrollo e implantación. Pero aunque se implante, todavía hay una buena posibilidad de anormalidad cromosómica y por tanto de aborto espontáneo, ya que aproximadamente el 50% de todos los abortos en el primer trimestre se asocian con anormalidades cromosómicas.