Mitos y realidades sobre los problemas emocionales de los tratamientos de reproducción asistida

La infertilidad afecta de un 9% a un 15% de la población en edad fértil,  y el 55% de los afectados acude al médico con la esperanza de lograr la paternidad.

Existe abundante evidencia de niveles subclínicos y clínicos de ansiedad y depresión entre las mujeres infértiles a punto de someterse a estos tratamientos.  Las mujeres parecen más vulnerables que los hombres a desarrollar problemas emocionales como resultado de la fecundación in vitro, y  pierda el fracaso del tratamiento es un factor de riesgo importante de desajuste emocional.
La amenaza de un futuro sin hijos, puede producir síntomas de depresión (por ejemplo, tristeza o sentimientos de pérdida), y someterse a un tratamiento de fertilidad que supone una serie de prácticas desconocidas  puede causar ansiedad preocupación, tensión y nerviosismo en la mujer o la pareja.


Las tecnologías de reproducción asistida como la fertilización in vitro (FIV)  e inyección intracitoplasmática (ICSI) de espermatozoides son complejas y estresantes y hay muchos estudios que investigan la angustia emocional en relación con el resultado de un tratamiento de fertilidad.  Un ciclo de fertilización in vitro por lo general requiere de 9 a 12 días de la auto-inyección, con potentes medicamentos para estimular la producción ovárica de ovocitos (óvulos), la recuperación de los ovocitos a través de la ecografía transvaginal, la fecundación de los ovocitos en el laboratorio con el esperma de la pareja o donante, y la transferencia del embrión resultante al útero. Después, las parejas deben esperar de dos a tres semanas para saber si la implantación y el embarazo  se han producido.
Muchas mujeres infértiles creen que la angustia emocional es un factor que contribuye a su falta de fertilidad natural y la falta de éxito con técnicas de reproducción asistida. Estas creencias se basan generalmente en pruebas anecdóticas y mitos sobre una mayor fertilidad después de las vacaciones o después de la adopción, cuando las parejas no ya no tienen la presión de tratar de concebir. Por el contrario, los médicos tienden a considerar la contribución de la presión psicológica es insignificante debido a que los estudios al respecto hasta la fecha no son concluyentes.

 Algunos estudios han demostrado una relación directa entre el estrés emocional y el resultado de la FIV. Otros, sin embargo, no han encontrado ninguna relación.


Recientemente, el análisis conjunto y crítico de 14 estudios científicos publicados, concluye que es poco probable que  la angustia emocional sea una causa de fracaso de un tratamiento de fertilidad.  Estos hallazgos deberían tranquilizar a las mujeres que  piensan que su angustia emocional causada por los problemas de fertilidad u otros eventos de la vida que ocurran conjuntamente con el tratamiento ponen en peligro sus posibilidades de quedar embarazada.

De hecho, el eje hipotálamo-hipófisis-gonadotropinas es un sistema preciso, con numerosos mecanismos para protegerse de las condiciones subóptimas del ambiente, incluido el estrés que activa la liberación de cortisol en las glandulas adrenales y que actua bloqueando el eje reproductivo. El hecho de que las tasas globales de fecundidad son a menudo más altas en los países que experimentan condiciones de estrés muy duras (guerra, pobreza, hambre)  apoya esta afirmación. Sin embargo, estos controles no siempre funcionan.

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También hay que tener en cuenta que las tecnologías de reproducción asistida como la fertilización in vitro suponen un apoyo hormonal externo muy importante  (por ejemplo, la estimulación con fármacos para la producción de ovocitos o el apoyo con progestágenos durante la implantación) y en estas condiciones de apoyo hormonal, el nivel de angustia emocional puede no ser suficiente para interrumpir el proceso biológico. Los efectos, si los hay pueden ser más evidentes en mujeres no tratadas o con tratamientos hormonales suaves. 


En todo caso, los factores psicológicos si que han demostrado estar relacionados con el abandono prematuro de un tratamiento por los pacientes, los cuales  indican que las  tensiones son una razón importante del abandono.

Existirían al menos seis factores de riesgo:

  •  la ansiedad pre-tratamiento
  •  la depresión pre-tratamiento,
  • los conocimientos sobre los problemas de fertilidad
  • la impotencia
  • la aceptación del problemas de fertilidad
  •  la falta de apoyo social,



Desde el punto de vista clínico, sería importante poder identificar a las mujeres con una vulnerabilidad a los problemas emocionales a tiempo, antes de iniciar el tratamiento, lo que permitiría a los médicos ofrecerles una atención psicosocial, si es necesario, y anticiparse a esta vulnerabilidad emocional en sus consultas. Esto podría facilitar el ajuste emocional de las pacientes al tratamiento y su resultado, y probablemente contribuiría a un comportamiento más favorable y  menores tasas de abandono.


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